miércoles, 31 de octubre de 2018

Qué se siente


FC Barcelona 5-1 Codere CF. Liga, jornada 10.


Continúa la década prodigiosa. Aquella que, cabalgando a lomos de un prodigioso Messi, ha convertido al Barcelona no ya en un equipo de leyenda, sino en el mejor. Da igual quién lo acompañe, si los fabulosos xaviniestas, brillantes minigenios que brillaban en las noches más oscuras, o secundarios de nivel como el recién descubierto Arthur Melo. Aunque, visto lo del domingo, parece que, ante el eterno rival, al Barsa le da igual la ausencia del 10, demostrando que es perfectamente capaz de capitalizar su baja ante cualquier escenario.

En la década prodigiosa no sólo ha sido el Barcelona el equipo que más títulos ha cosechado, sino que, en un acontecimiento sin precedentes, ha venido recogiendo una serie de humillaciones constantes al eterno rival. Y no precisamente en una época en la que éste se encontraba en horas bajas, lo ha venido haciendo en una época en la que los mismos, sin cruzarse nunca con nosotros, levantaron 4 de 5 Copasdeuropa. Recapitulando, al Cártel de Chamartín le clavó Guardiola un 2-6 en 2009 y un 5-0 en 2010. Con el Tata Martino, un doloroso 3-4 en 2014, el vertiginoso Lucho Enríquez se dio el gusto con un 0-4 en el Bernabéu una fresca tarde en la que el 10 no salió de inicio, Valverde se estrenó con un bochornoso 0-3 en un frío mediodía de la víspera de navidad y este domingo maduraron al Madrid con un 5-1 tras las ausencias de Fracasinho, Iniesta y el 10. Estos monstruitos del otro lado del puente aéreo tienen un promedio fantástico, inigualable, colosal. Se llevan a casa una humillación cada 2 años de media. Un hito sin precedentes. Y lo que es mejor, en el mismo periodo, el Codere CF no fue capaz de ganar un partido por más de dos goles.

Decía el Niño Rata en zona mixta que estas humillaciones al eterno rival le producían un goce similar a levantar la Champions League. No será aquí donde se cuestionen los sentimientos de nuestro carretilla particular, aquel que sube y baja la banda sin virar un solo ángulo. Pero sí hemos de romper una lanza a su favor dada la sorna que ha levantado en la capital, donde coexisten seres tan extraños que hasta cuando les han dejado el orto como la fosa de las marianas tienen ganas de bromear.

Reconociendo que este espacio es el último lugar donde encontrar algo de sabiduría en cuanto a psicología deportiva se refiere, vamos a intentar explicar un razonamiento asuminble para todos los públicos, incluidos madridistas. Venía a decir Rafa Nadal, grandísimo tenista, hábil amigo de las monarquías saudíes pero menos ducho en cuestiones de evasión fiscal e ídolo de esa España profunda que confunde hitos en deportes individuales como méritos propios que, hoy día, tanto las victorias como las derrotas tenían menos impacto que antaño. Que las dinámicas del mundo moderno, el torrente de (des)información, el consumo rápido y la falta generalizada de un mínimo reposo analítico mantenían las cosas en un continuo movimiento donde, para bien o para mal, todo se olvidada en cuanto surgía alguna novedad. Ejemplificaba su razonamiento comparando el histórico Maracanazo y el impacto que había tenido en el colectivo brasileño de mitad del siglo pasado, con la dolorosa pero efímera derrota por 7-1 de los brasileros ante Alemania en Belo Horizonte. Y es que, tan cierto es que la machada de 1950 ahogó durante décadas la alegría de un pueblo proclive al jolgorio como el brasileño, que incluso relegó al ostracismo social a Moacir Barbosa; como que de la minitragedia del Mineirao no se tomaron rehenes. Ni siquiera el ínclito Marcelo, con sus pintas dolientes, ese andar torpe y estética lamentable que maneja sufrió daño moral alguno apareciendo en todas las fotos y siendo total merecedor del mayor de los destierros. Tras la machada de los alemanes, el foco se centró en el fichaje de Luisito por el Barcelona y en la vergonzosa sanción de la FIFA. El disgusto duró poco. 

En tal caso, hay que resignarse o disfrutar -cada uno elegirá- de estos tiempos de alegrías puntuales. Para los clubes con las vitrinas llenas, estos momentos llenan igual que los títulos. Y es que, de seguro, el Barcelona celebró más una humillación al eterno rival una soleada mañana de la navidad de 2017 que la consecución de (otra) liga en el campo del Deportivo. Como también celebró como nunca una remontada por 6-1 contra la dictadura Catarí (aliada del mal nuñista) y no tanto una Copaduropa en 2015. Porque las probabilidades de la repetición de un hito también influyen en el regocijo. Probablemente nunca remontemos otro 4-0 pero sí ganaremos alguna que otra CL. Y es que, pese a que en esta década, como ya hemos comentado, el Barcelona ha hecho de la excepcionalidad casi una rutina, las vejaciones al rival se disfrutan más porque vienen aderezadas del sufrimiento ajeno, verdadero germen del regocijo propio en las personas que presuponen una cierta altura moral.

Esto, que no es más que un simple razonamiento, será más o menos compartido por la medianía del aficionado medio. Sin embargo, existe una verdad absoluta en todo este asunto. La única verdad, intangible e innegable, es que la última situación similar que se produjo en sentido opuesto acaeció hace ya casi un cuarto de siglo. Por lo tanto, es imposible que cualquier madridista de dios, tenga las privameras que tenga, sepa qué se siente en estos casos. Porque, o bien ni lo ha vivido, o lo vivió hace tanto tiempo que ya no sabe lo que es. Y no estamos aquí para recordarle a nadie que el mundo es un lugar injusto donde las suertes no se reparten con homogeneidad y democracia. A cada cual le toca lo que le toca. Y si el mundo lo que te ofrece es cargar con semejante bochorno con la misma frecuencia que se celebra la bienal de Venecia, tendrás que agachar la cabeza cuando le pongan un micrófono delante al infeliz de nuestro querido Niño Rata. Porque lo contrario no lo conoces. Ni tienes idea ni estás cerca de tenerla. 

XI: Ter Stegen; Roberto, Piqué, Lenglet, Jordi Alba; Busquets, Rakitic, Arthur; Coutinho, Suárez, Rafinha.
Goles: Coutinho, Suárez, Suárez, Suárez, Arturo Vidal.

viernes, 22 de junio de 2018

La vida es sufrimiento


Argentina tiene pie y medio fuera de la Copa del Mundo tras la decepcionante derrota de anoche ante Croacia. En una primera parte bastante igualada, Enzo Pérez nos volvió a regalar otro fallo de los que claman al cielo al errar un disparo a portería vacía. Una acción para sumar a la lista de calamidades erradas en momentos clave: los fallos de Higuaín y Palacio en la final de 2014 y las cargadas del propio Higuaín en las finales de la CA 2015 y 2016. Ya en la segunda, la tropelía de Willy Caballero sentenció a un seleccionado que aterrizó en Rusia con la espada de Damocles sobre su cabeza.

Pero la situación de la albiceleste no se explica con un partido, dos o tres. Se explica entendiendo un contexto y analizando una situación que viene de largo.

Es imposible explicar la relación de Messi, la albiceleste y Argentina como país (con la idiosincrasia del aficionado más exigente, pasional e ilógico del mundo) de una sentada; pero sí contextualizarla. Messi ha cargado con el peso de un Maradona al que el aficionado otorgó halo de individualismo en la victoria que nunca existió. Messi nunca, nunca podría haber igualado a Maradona aunque hubiera ganado todos los mundiales y CA posibles. ¿Por qué? Pues porque la historia de Maradona tiene todos los ingredientes de la mejor novela posible. Cuenta con el romanticismo y la épica de lo que se dio en el momento y lugar exacto. Maradona fue una de las personalidades del siglo XX, un político vestido de futbolista. Maradona no se entiende sin un video en sepia dándole toques a un balón de mierda mientras su hermano dice que es un marciano. Sin la fotogenia del pelo afro y el pecho afuera. Sin la historia de superación del pibe que salió de una villa miseria y triunfó en uno de los grandes de Bs As antes de marcharse a Europa. Sin la doble venganza ante los ingleses con todo un país recordando a los muertos en las Malvinas: el mejor gol de la historia y una pillería aderezada con una frase a la altura de la gesta, “la mano de Dios”. No se entiende sin su paso por Nápoles, la ciudad más argento de Europa, con sus scudettos, su copa uefa y la liga que amañó con la camorra. Su relación con el clan Giuliano, los camorristas más poderosos del centro histórico de Forcella. Sin su caída al inframundo de las drogas. No se entiende sin su insulto a todo un estadio por pitar el himno de su país. Sin un entorno y representantes que lo exprimieron hasta decir basta. Sin su relación con los líderes socialistas sudamericanos. Sin su rebeldía y autoridad para ser la voz de las personas sin voz y enfrentarse al que hiciera falta. Es la historia del que conquistó el mundo desde un villorrio de Buenos Aires. Y esa historia es un relato irrepetible donde millones de argentinos se identifican y fascinan con ella. Messi, sin embargo, es un “chamuyo”, un murmullo sin eco que escuchan desde la lejanía. Un pibe que emigró antes de asimilar una cultura que no permiten que sea suya. Una estrella europea que cada par de meses viene del primer mundo al cono sur para representar a los que no quieren que les represente un extraño. El hincha argentino hizo suyos todos los logros de Maradona. Ante Messi, sin embargo, la inmensa mayoría sintió rechazo hasta 2013.

Sin embargo, la historia de Leo con la albiceleste es resiliencia pura. Una historia de caer y levantarse. De aprender a sobrellevar el fracaso. De convivir con la derrota y volver para llegar cada vez más lejos. En Brasil, Messi llegó con 13 lesiones musculares en 15 meses y el peor estado de forma de su carrera. Aun así, Alejandro Sabella reseteó mentalmente a la generación del oro olímpico. Argentina aterrizó en Río de Janeiro siendo un bloque compacto y seguro. Un colectivo que resistió a la lesión de Di María, la fatalidad del Kun y que perdió una final en la prórroga tras perdonar dos ocasiones imperdonables. Partido donde Messi, por cierto, jugó una muy buena final. Lo mataron. En 2015, Argentina perdió la final en penales contra Chile, final que el 10 jugó mal. Lo mataron otra vez. En 2016, tras una CA espectacular, y una final donde jugó uno de sus mejores partidos con el combinado (esta vez con 10 por expulsión de Rojo), volvieron a perder en penales. Y lo volvieron a matar. Esta vez, renunció: “Se terminó para mí la selección. No es para mí. Lamentablemente lo busqué, era lo que más deseaba y no se dio”. La Argentina sin Messi quedó a un paso de perderse el mundial en el clasificatorio. 7 puntos de 28. Volvío el 10, la clasificó y aterrizó en Rusia. Pero la selección había cambiado.

Fin de ciclo.

David León, aficionado, analista y estudioso del virtuoso ciclo argentino de la última década, apunta con bastante acierto que éste acabó en la final de la CA 2016. Que el grupo está muerto psicológicamente y vive una situación de bloqueo mental que sumado a la extrema exigencia del hincha argentino los asfixia y ahoga. Que Argentina no es una selección con sus jugadores, historia y contexto, es un grupo de personas que sufren. Y yo lo veo así. Fue a más, y antes de Rusia escribió: “Tarde o temprano, como es normal, llegará un error de Higuaín en el Mundial, un momento de auténtica dificultad para Argentina. Un gol abajo, algo. Y entonces será muy difícil que este grupo tan castigado pueda lidiar con la tensión y no explote.A todos nos viene a la cabeza el error de Caballero y nos encajan las piezas. Las piezas del puzzle que a muchos les cuesta comprender.


Volviendo a la noche de ayer, vemos que hay dos partidos. Un antes y un después de la pifia de Caballero. Argentina, que era un Frankenstein al que había Messi recompuesto una y mil veces, estalló a ojos de todo el mundo. Estalló por todo lo que ha venido pasando y se ha venido diciendo. Estalló porque, pese a todo lo relatado y vivido, no encontró en Sampaoli el oasis que venía buscando. Quizás lo tuvo en Martino, pero la AFA, que desde la muerte de Grondona es un desgobierno a manos de Tapia y Angelici (horteras con pintas de proxenetas que han terminado de rematar una estructura ya deteriorada) lo sacaron por Bauzá. Y a éste por Sampaoli. Y el pelado no ha podido lidiar con la presión. No gestionó el grupo. Traicionó sus convicciones y, alegando que aspiraba a constituir un grupo más técnico para rodear a Messi de gente capaz de devolverle un balón, alineó a los más rocosos. No fue capaz de sentar a un arquero sin un ápice de grandeza que había debutado con el seleccionado en marzo pese a que todo el mundo le pedía a Armani. Insultó, víctima de la impotencia, a un jugador croata; proyectando sobre sus jugadores un clima de inseguridad y desespero. Sampaoli ha sido todo lo contrario no ya a la solución de un problema en concreto, sino a un simple parcheo. Ni una fisura tapó en un barco que tenía mil fugas y estaba partido en dos. Guardiola dio en 2011, tras ganar la Copa de Europa, la clave de Messi: hacerle feliz, rodearle bien. Que se divirtiese. Argentina nunca ha sabido crearse ese ecosistema y ha rendido. En el Barcelona se lo están desmantelando poco a poco. La noche de Messi, ante Modric y Rakitic, ante sus compañeros, solo como nunca, evidenció un 10 agotado, aburrido, cariacontecido, desanimado. Un 10 aburrido de tenerlo que hacer todo él. Todo es todo. Messi nunca ha pedido más a sus compañeros. Lo que no se entiende, es que sus compañeros cada vez le den menos. La acción de Caballero no es un fallo, no es un descuido. Es una falta de respeto al trabajo, una desconsideración, una falta de concentración imperdonable. Un no saber donde estás. El fallo de Caballero fue el detonante de anoche. Pero a Caballero lo puso el que lo puso.  

Quizás la historia de Messi con Argentina es algo que no puede salir bien. Quizás la vida, que es sufrimiento, no permite a Messi un respiro con su selección para recordarnos a todos que es mortal. Quizás, de todos los jugadores de fútbol de la historia, no haya otro que se merezca más este premio que él. Pero él, que ya ganó todo a nivel de clubs y lo demostró mil veces, no pueda ganarlo por más que lo intente. Quizás no tenga mayor explicación: “no se dio”, dijo él mismo. No importa que Pelé ganase un mundial con 18 años despojándose de toda presión. No importa que a Maradona le metieran en el 86 Burruchaga y Valdano las que no le metieron Palacio e Higuaín en 2014. Nada de esto importa. La historia de Messi con Argentina podría haber sido muy diferente de haber ganado en Maracaná. Messi muy probablemente tendría un mundial y dos copas América. Sin embargo, nunca iba a poder igualar a Maradona en el imaginario colectivo argentino porque a la historia de Messi le faltaba relato. No importa. Lo que sí cuenta es que Messi, con una selección donde los jugadores se despojan del nivel y prestigio con el que cuentan en sus clubes y cargan con una presión extrema sobre sus hombros, estuvo a una prórroga y dos tantas de penales de igualar la gesta de la selección española 2008-2012. Mundial y dos trofeos continentales. Sin Xavi, sin Iniesta, sin Villa, sin Ramos, sin Piqué. Sin Casillas. Sin Alonso. Messi, casi solo, ha rozado la gloria de la mayor machada de la historia de las selecciones. Ha hecho algo que no ha hecho nadie. Por eso la historia de Messi con Argentina es una hazaña que supera con creces la gesta de Messi en Barcelona. Club que ha pasado de una Copa de Europa a cinco y es hoy día el equipo con más títulos del mundo gracias a él. La vida, sin embargo, no ha querido premiar esta hazaña para recordarnos, ni más ni menos, que el mundo no es perfecto.

lunes, 30 de abril de 2018

Messi con Valverde


Deportivo 2-4 FC Barcelona. Liga, jornada 34.

Precioso homenaje del club al AS Roma con otra camiseta para el olvido

Tras la gran actuación de la pasada semana en la final de Copa, el FCB puso el broche a la temporada 17/18 con el logro de la liga más cómoda de las últimas 7 conseguidas en una década gloriosa; lo que es una salvajada. Pero no ha convertido el Barcelona la liga española en la Bundesliga con nada. Lo ha conseguido, de hecho, a lomos del indiscutido (sólo lo discuten los cuatro bandarras a sueldo del terrorista ecológico con despacho en Concha Espina) mejor jugador de la historia. Sin embargo, el aficionado culé termina el año con una sensación agridulce. Consecuencia tanto de la exigencia de una afición con un paladar muy superior a todos los demás y los lúgubres derroteros por los que Valverde ha llevado al equipo.

La pretemporada comenzó con otro esperpéntico verano ofrecido por la “Junta de las Vanidades y Destrozos Deportivos SA”, donde pudimos deleitarnos con el circo de Fracasinho y la vuelta de tuerca de Endeblé, fichado a precio de balón de oro para luego reclamarle un trato como prometedor juvenil en ciernes. Tras una Supercopa un tanto extraña, la pesadumbre se apoderó de Can Barça y ahí Valverde, ya veremos si para bien o para mal, cogió su fusil.

La consecuencia, la vuelta a las cavernas: el 4-4-2, bloque bajo y ritmo lento, con el de siempre dirigiendo la orquesta y Luisito percutiendo en cuanto se lo permitió su rodilla. Entre medias, el sorpresivo inicio de temporada de Paulinho (matame camión) y las constantes recaídas y costipados de Endeblé. El resultado, una liga con un récord impoluto de imbatibilidad, la solvencia en los duelos directos contra los rivales de más postín y la violación en grupo que recibieron los cavernícolas en el Santiago Bernabéu como aguinaldo. Una liga resuelta en diciembre con un equipo que, solidez defensiva aparte, le volvía a dar muy poquito a Leo Messi en ataque. El argentino ha vuelto a tener que hacer de todo (extremo, delantero, mediapunta y centrocampista) en un equipo que sin su presencia iba, con total certeza, a salir goleado del Sánchez Pizjuán. Lo que pone en relieve muchas, muchas cositas.

Sin embargo, esta nueva dinámica de este nuevo Barsa no ha traido sólo alegrías. En Europa, tras un prometedor comienzo "vengándose" de la Juve y solventando una muy buena eliminatoria contra el Chelsea, el equipo volvió a naufragar fuera de casa. En esta ocasión, la tercera consecutiva, recibiendo un varapalo en cuartos tras salir a defender un 4-1 de ventaja contra la Roma de Monchi, lo que es para descojonarse y empezar a depurar responsabilidades, pero en la planta noble, donde tienen que rodar de verdad las cabezas. Porque el denominador común de estas debacles (con Valverde, con Lucho Enríquez, con el Tata Martirio) es siempre la directiva.

Quizás la explicación resida donde siempre. El FCB sigue con un presidente con la misma capacidad de liderazgo que un pez globo y que continúa rodeado de la misma junta de incapaces de los últimos años. No por nada su lema en las elecciones que condenaron
al club en 2015 fue “Trident y Triplet”. Digno eslogan de un auténtico subnormal. Este año, otra decisión suya volvió a enfangar el club: la designación como responsable de la parcela deportiva de Pep Segura, un tipejo cuyo historial se circunscribe a ser la sombra de Rafa Benítez y Serra Ferrer, lo que es para echarse a llorar. Esta lumbrera, ante la problemática de un club que ganaba Copas de Europa como churros a partir de un centro del campo que se fue dejando marchitar poco a poco, respondió fichando músculo, denigrando la esencia de lo que hizo siempre grande al club, que fueron los jugadores con capacidad de asociación mediante triangulaciones diabólicas y mucha cabeza, sin importar la altura o cualidad física.  

Sin embargo, en un mundo donde casi nada es justo, el deporte parece equilibrar responsabilidades. No por nada un socio que sigue llevando en volandas a una junta y cuerpo técnicos de semejante calaña no se podía merecer menos. La enésima humillación europea es un castigo demasiado severo para unos Messi y compañía que tienen que cargar con el lastre de esta directiva, pero es un plato que debe servirse bien frío al socio que está permitiendo estos atropellos en el club año tras año. Y que un Madrid que sólo ha podido levantar dos ligas en estos últimos diez años vaya camino de la cuarta Copa de Europa en cinco teniendo el Barcelona a un Messi que tiraniza cada competición donde se cruzan no es que sea un crimen de lesa humanidad; es lo que se merece el socio y directivas de un club que lo tenía todo y quiso, por su bajeza moral, envidia y cortedad de miras, copiar el puto modelo del rival porque no soportaban que los que triunfaran con el modelo de Cruyff no los tragasen a ellos. Y es por eso que esa gentuza se merece esto y más.

En resumen, el FCB ha vuelto a ser el equipo más sólido de Europa contando con una plantilla con un relleno completamente contracultural y antagónico con el núcleo duro pero que ha resultado en aplastante dominio de las dos competiciones nacionales, donde campan dos de los equipos más temidos del continente. Pero la enésima "relajación" europea apeó al club otra vez de una competición europea que, pese a que su nivel y exigencia vayan por otros derroteros, tiene un brillo que no se encuentra en casa. 

XI: Ter Stegen; Semedo, Pique, Umtiti, Jordi Alba; Busquets, Rakitic, Coutinho; Endeblé, Suárez, Messi.

Goles: Coutinho, Messi, Messi, Messi.


miércoles, 2 de agosto de 2017

Ici, ce n’est pas Neymar


El culebrón de la summeriana terminó con Fracasinho rumbo a Francia. Una vaina que empezó con los tontos de siempre yendo a Paris a intentar traerse a Verratti y, en una vuelta de tuerca, se vieron sin el figurín que ellos trajeron para hacerle sombra al mejor jugador del mundo. Una boutade más de la Junta de los despropósitos que se ha quedado en un mismo verano sin sus dos grandes apuestas: Neymar y Catar. Casualmente, como todo lo que tocan, las dos han causado un desprestigio internacional difícil de disimular. Siempre con el ridículo habitual, esta jarana se vio aderezada con las divertidas declaraciones del señor Mestre afirmando que Neymar se quedaría al 200%. En tal caso, el Barcelona, a ojos de todo el mundo, ha sido incapaz de fichar cualquier jugador de renombre y menos de retener al jugador más mediático y con mayor proyección. Así que el final de verano se le antoja difícil a un club con una millonada para gastar pero con nula capacidad de negociación y atracción en un mercado inflado hasta límites insultantes. La incapacidad manifiesta para regenerar desde los despachos un equipo que potencie las cualidades de Messi -y no al revés- desilusiona al aficionado medio mientras espolea a los subnormales de turno que sueñan con Verrattis, Mbappes, Griezzmans, Dembeles, Dybalas (estos son los peores) y cualquier mentecato al que Marca dedique una portada. Porque con una secretaría técnica incapaz y con las mismas miras que un tuiters cualquiera, sin un modelo claro y ninguna capacidad negociadora, hoy día es imposible que el equipo mejore más alla de la pericia de un entrenador que esta vez sí parece contar con los mimbres necesarios para generar superioridades en torno a Messi y tirar de una cantera que ha sacado jugadores importantes este año.

Volviendo a Fracasinho, su historia con el Barcelona ha sido un “sí, pero no”. En las cuatro temporadas que ha vestido esta camiseta, el Cartel de Juárez se ha llevado tres Copasduropa. Sus números han sido bastante inferiores a lo que aspiraba y, aunque ha tenido buenos partidos y casi siempre ha brillado en las grandes citas, su falta de compromiso ha quedado bastante más que patente. La escapada al cumpleaños de su hermana el día de la derrota en Coruña tras el 6-1 o la expulsión en la Rosaldeda así lo manifiestan y, arbitros aparte, ahí se nos fue la liga. Por parte del club, su fichaje fue un intento de poner en jaque a un Messi que, con 26 años, ellos creían cuesta abajo (entrañables imbéciles). Amén de que las triquiñuelas que utilizaron para ficharlo enjuiciaron al club y los responsables (Rosell y Bartomeu) pactaron con la justicia para salvar su pellejo e imputar a la entidat. Es importante también, recalcar que en cuatro años, el padre de Neymar ha cobrado del club en dos primas de renovación más que Messi en salario. Algo no ya de dudosa catadura moral, sino que evidencia preocupantes sintomas de deficiencia mental. Pero no contentos con este ridículo, este comportamiento ha sido premiado por parte de los Neymars que, gente agradecida donde las haya, les han devuelto el favor en forma de huída. Sinceramente, esta junta no se merecía menos, pero es que está en su ADN. Con el nuñismo, en su larga historia, al señor Núñez padre (el pionero de este movimiento) se le fue Maradona en el 84, Cruyff en el 96 y Ronaldo en el 97; a Gaspart Figo en el 2000, a Rosell (el más taimado y pretencioso) Guardiola en el 2012 (nótese que ya van dos que han estado enchironados) y a Nobita (el más tonto, ridículo y caricaturesco) Fracasniho en 2017. El nuñismo es ideario incompatible con el talento que convierte en mierda todo lo que toca.


El tiempo dirá cómo se reponen equipo e institución a semejante golpe. Para el segundo, con una proyección mundial seriamente dañada, una incapacidad manifiesta en todos los ámbitos y una nula capacidad de maniobra en los intramundos del fútbol, no queda otra que la llegada de una nueva directiva. Empresa imposible dados los 25.000 nuñistas de masa social. El equipo, con Messi y Valverde, puede encontrar en la marcha del brasileño el equilibrio que le ha faltado estos últimos años, pero es algo difícil que se mejore con las incorporaciones que están sondeando en el mercado. El técnico, por fortuna, dispone de buenas piezas con las que armar un centro del campo muy sólido con Busquets, Aleña, Roberto y Samper. Algo por lo que nunca apostó realmente su predecesor. Darle las llaves del centro del campo a estos canteranos determinará en buena manera el carácter del equipo y la proyección e imagen de lo que se quiere ser como club y no como la casa de putas que ni somos, ya que un prostíbulo se organiza y trabaja mejor. Porque a día de hoy, con Nobita, Mestre, Bordás y demás palmeros en la directiva y el imbécil de Pep Segura, Ariedo Braida y Roberto Fernandez en el área técnica es totalmente imposible que se traigan jugadores a buen precio y que encajen en el modelo al que aspira Valverde. Es imposible. Y en eso yo sí que puedo afirmar que estoy seguro al 200%.

PD André cury sigue a sueldo del club.
PD2 El tortillero de Javier Tebas es una puta calamidad y un chiste andante.

domingo, 4 de junio de 2017

Una gran diferencia de gestión

El milagro de P. Tinto. Javier Fesser, 1998.

“La idea de dirigir el club basada en el círculo virtuoso está pasada de moda y lejos de la actual línea en la que trabaja la actual directiva (…) esta idea del círculo virtuoso que lo fiaba todo a los éxitos deportivos está caduca”. Esto decía el inútil presidente del Barcelona hace poco más de un año. Este paria ganó, en el verano de 2015, unas elecciones a la presidencia con el vulgar lema de: “Trident y triplet”. Su candidatura fue avalada por los 25.823 acomplejados que en volandas del grupo Godó y su miserable línea editorial contra todo lo que huela a Laporta, Cruyff y Guardiola votaron a su favor. Luego, ya sabemos, Rosell esta en prisión, estos impecables gestores pactaron para imputar al club salvando su pellejo (mientras puedan) y cada día reciben un revés judicial o nos levantamos viendo como su mierda salpica en todas direcciones. Pero ya tienen su triplete el Madrid ganó anoche su tercera Copaeuropa en cuatro años, y el primer doblete en 59.

El Barcelona no vivió ninguna CL del maligno en los ocho años de Cruyff como entrenador, tampoco en la presidencia de Laporta y menos bajo la dirección de Guardiola. Con el payaso de Nobita, exjugador del Español de baloncesto, han caído tres en cuatro años. Es lo que tiene gobernar un club desde la inquina y la venganza. Estos infraseres recogieron el mejor club del mundo con un activo bastante importante: el mejor jugador de la historia, un futbolista más dominante de este deporte cuando contaba solo con 24 años. Guardiola, con el club en la cima del mundo tras arrasar la CL 2011 dijo: “Tenemos buenos futbolistas, pero sin él... Él marca la diferencia. Espero que nunca se aburra, que sepamos rodearlo de jugadores para seguir compitiendo a este nivel”. Pero no lo hicieron, para más inri, el que tomó buena nota fue José Ángel Sánchez, el director general de Floper. Desde entonces, el Barcelona tardó seis años seis en buscar un central competente mientras perdía a Puyol, Abidal, Alves, Thiago o Xavi y se dejaba envejecer a un Iniesta del que sólo quedan detalles. Se fichaba a Andre Gomes por el mero hecho de ser pretendido por el RM y se olvidaron de los laterales. No se buscó recambio para el centro del campo y se gastaron millonadas en Ardando Turán y Paco Álcacer. Se vendieron canteranos crecidos en el estilo Barça como Grimaldo, Sandro o Munir y se fichó toda la morralla del terruño patrio para rellenar el filial de mierda. Mientras, el Madrid fichó a Modric (declarado barcelonista), Isco (declarado barcelonista) y Toni Kroos para reforzar su centro del campo, tierra de todas las batallas perdidas contra el Barcelona. Batallas que las ha tenido que seguir ganado Messi sólo. Como bonus track, el Barcelona, que tenía atado a Asensio (declarado barcelonista), lo dejó escapar porque otro prevaricador llamado Antoni Rossich quiso fraccionar en tres años el mísero pago de 4,5 M€ que costaba el mallorquín. 


Aún así, Messi ha mantenido a flote a un Barcelona que en la era Lucho ha ganado un triplete, un doblete y la copa en los sucesivos tres años. Ha puteado vivo al que ahora todos ven como todopoderoso al nivel de que voces algo radicales del madridismo http://deportes.elpais.com/deportes/2017/04/23/actualidad/1492963504_697478.html han reconocido su superioridad. Y esto es lo más grave. Disponer de un jugador tan determinante que puede y ha fulminado solo a la plantilla más completa de los últimos veinte años y desaprovecharlo de forma terrible. Hoy día, no es otra cosa: Messi contra el RM. Con todo lo que ello conlleva. Ganar siemper en el Bernabéu y dominar duelos directos. Pero mientras la liga se ha ido por decisiones arbitrales lamentables como los partidos de FCB y RM contra Betis, Málaga y Villarreal; en la Champions no ha habido excusas. Míster Rotaciones ha salido goleado ante City, PSG y Juventus (donde volvió a apostar por Matthieu). Porque la Copaeuropa es una competición de equipos donde no se perdona el error individual. De ahí que, incluso con Messi, hayan salido escaldados. Y es que de no ser por el argentino, que ha seguido metiendo la pelotita en la portería contraria, la junta al completo estaría colgada boca abajo de una plaza pública, como Mussolini. Así es como realmente deberían estar ya los 25.823 sucnormales que avalaron este despropósito. Porque no es Florentino, ni Madrid, ni la caverna, ni la prensa de Barcelona los responsables de semejante esperpento. El verdadero culpable y responsable último de este circo es el Soci. El ser más estúpido, mezquino y cainita (junto al argentino medio anti-messi) que ha pisado el planeta tierra. El soci es quién le ha entregado el FCB a unos incompetentes e incapaces que han llevado la total ruina a lo que era el mejor club del mundo y contaba con un Messi con 24 años. Y es que mientras la distancia futbolística entre el rosarino y Cristiano es a día de hoy mucho mayor que antes, al argentino le han obligado a cargar con el peso de un equipo que no le da nada mientras al portugués le han hecho un equipo a medida que se lo da todo hecho. Pero el soci, ese deficiente mental lobotomizado por la familia Godó, que afirma ante execrables como Racionero, Nolla y Bosch de Mundo Deportivo y cree que peca de snobismo por comprar La Vanguardia en via Layetana, seguirá diciendo que Laporta se gastó ochenta euros en Rostissería Lolita http://www.mundodeportivo.com/20111010/fc-barcelona/joan-laporta-laporta-la-vanguardia-facturas-laporta_54228998157.html (mientras eximen a la actual junta de cualquier responsabilidad deportiva, económica y social) y que Madrid ens roba.

PD Mientras pasaba todo esto, otra baboso como Javier Faus dijo de Messi: "No veo motivo para mejorar el contrato a un señor al que ya se lo mejoramos hace seis meses". Todavía están recibiendo poco para toda la mierda que se merecen tragar.

miércoles, 26 de abril de 2017

Porque Diós así lo quiso

Cartel Jalisco Nueva Generacíón 2-3 Fútbol Club Barcelona. Liga, jornada 33.


No hace mucho, un Barcelona que alineaba una excelsa retaguardia, defendía con la posesión del balón. Hoy día, cargando una cogida con pinzas, no son capaces ni de guardárselo durante un prudente espacio de tiempo porque la junta y la dirección técnica desarbolaron progresivamente una idea de juego del que ha quedado Messi como guardián de la última esencia. No es poco tiempo el que lleva haciendo de Xavi, muchos días, e Iniesta, algunos más. El día que toque hacer el trabajo de Busquets, será Bekembauer. Y ayer, haciendo de todos y de él mismo, arrasó por enésima vez el campo que mejor se le da dejando tras de sí una serie de cadáveres futbolísticos a su paso.

No se empezó cómodo con el esperpento. En los primeros compases, el Barcelona no tocó balón. Después, Messi ordenó al equipo, decidió a qué ritmo iba a jugarse y los 21 comparecientes tuvieron que adaptarse a su libreto. Messi, algo de Roberto y un poquito de Busquets es todo lo que podía ofrecer el Barcelona. Suficiente para dominar a un Madrid abocado al contragolpe. Pasado el cuarto de hora, un codazo criminal a cinco metros del línea tumbó a la bestia. El primer gol local lo vio con un trapo empapado en sangre. Ahí ya había dejado en evidencia a su marcador un par de veces. Y, culminando una combinación magistral, igualó el marcador con un recorte y definición marcas de la casa. Incapaces los delanteros, la vuelta del impasse trajo un intercambio de golpes donde Zidane tuvo que ordenar sus piezas en aras de un más que probable sacrificio del medio del Madrid que todos veíamos venir. En estas, Rakítico, desaparecido toda la temporada, soltó un trallazo a la escuadra que inclinó el campo algo a nuestro favor. El partido siguió discurriendo por los cauces habituales hasta que Canelita, indigente mental que acumulaba dos expulsiones en los últimos tres años contra nosotros, cazó a Messi con ambos pies por delante. El argentino se cobraba su tercera víctima. Pero con la expulsión vino un cambio de guión. El Barcelona no está dirigido por Mourinho, Helenio Herrera, Trappatoni o Allegri. Y por lo tanto no es que se defienda como Sergey Karjakin. Está dirigido por Lucho, con todo lo que esto conlleva. Y lo que vino fueron un aluvión que, pese a la superioridad numérica, el equipo no supo paliar. Sólo Messi, otra vez, volviendo locos a Kroos y Modric, daba un respiro al Barsa. Entre medias, Piqué tuvo una clarísima y Ter Stanton se volvió a hacer enorme. Pero el Madrid obtuvo premio y James igualó el marcador a pocos minutos del final.

Con medio mundo pensado en una liga decidida, al argentino parecía que todavía le quedaba algo que decir. Como si no pudiese perder este partido. No sería ayer. Sergi Roberto, que empieza a disfrutar de la épica, sajó el campo de arriba abajo con una carrera bestial y en una combinación ayudada por un bloqueo del perro -su única buena acción de la noche-, Messi reventó la liga y enmudeció al Bernabéu. Cómo los mejores ajedrecistas, Messi, una suerte de Bobby Fischer que ha combinado el regate más explosivo, la mejor definición, el mayor talento y la mente futbolística más brillante de la historia, se anticipó en sus dos goles 30 segundos al resto del mundo. En ambas acciones, repasadas con atención, se observa cómo el astro va siguiendo la jugada, leyéndola, sin hacer casi un movimiento, como un depredador acechando a su presa, para siempre acabar apareciendo en el lugar exacto. Anoche, tras otra noche de caza, consumó su racha de celebraciones épicas y dejó otra foto para la eternidad, llevándose a casa un partido que todos sabemos que le pertenecía. Fue la enésima exhibición del mejor del mundo, el más grande de siempre.   



XI: Ter Stanton; Sergi Roberto, Piqué, Umtiti; Alba.; Busquets, Iniesta, Rakítico; Messi, Suárez, Alcácer.

Goles: Messi, Rakítico, Messi.

miércoles, 29 de marzo de 2017

Sin el todo, la nada

Bolivia 2-0 Argentina. Clasificatorio de la Conmebol, Primera Fase


Argentina, en otra demostración de lo que es sin el mejor jugador del planeta, pereció ante Bolivia rematando un día que puede marcar de forma definitiva su participación en la próxima copa del mundo. Sin Messi, la albiceleste sólo pudo sacar 7 puntos de 24 en los clasificatorios; con él, 30 de 33. Una dura realidad para los que menosprecian el aporte del diez en su selección, del que dicen cuenta con un "equipazo” cuando se habla del papel que aporta Messi a ésta.

Una tarde que comenzó con el anunció de la sanción a Messi por parte de la Fifa horas antes del encuentro en La Paz. Una sanción injusta se mire por donde se mire, apoyada en una denuncia de todavía se está buscando quién, apoyada en un video del diario La Nación, y tras la negativa del colectivo arbitral ante la pregunta de si creyeron que el capitán los estaba insultando u ofendiendo. Una sanción sin precedentes y, a toda vista, prejuiciosa. Algunos dicen amparada en la negativa de Messi a asistir a la gala de la Fifa, otros a las malas relaciones institucionales que mantienen la AFA (desgobernada tras el fallecimiento de Grondona) y el organismo internacional. A pesar de ello, no faltaron los tontos de turno (madridistas y antimessis del cono sur en su mayoría) que justificaban la sanción per se. Como si cualquier dictamen fuera válido o justo sólo por el mero hecho de emitirse por un organismo legal. Amén de que el razonamiento completamente opuesto es igual de ridículo.

Pero sin duda, la noche puso de relieve lo que muchos apreciaron tras la tercera final consecutiva de esta generación. Que la hazaña de Messi con el combinado es la mayor hazaña de su carrera y puede que la mayor gesta de este deporte. Algunos que vienen siguiendo esta trayectoria así lo creen. Tres finales que se pudieron haber quedado en casa de no ser por la tripleta de fallos de Higuaín (uno por final) y dos fatídicas tandas de penales. Todo con un centro del campo Mascherano-Biglia, unos laterales como Zabaleta y Rojo, Demichelis de central y dos entrenadores diferentes. Todo ello soportando por cada final perdida aún más presión en el país donde el fútbol es ya en sí un hervidero sociocultural sin parangón. Si hubiera marcado Higuaín la del mundial, Argentina tendría un mundial y dos copas américas, es decir, lo que hizo España con una generación irrepetible, una idea clara e indiscutible de juego, un par de muy buenos entrenadores y un elenco de jugadores que, para resaltar su calidad, sólo las figuras de los xaviniestas destacaban un poco por encima del resto. Argentina no tiene ni de lejos nada que se acerque a eso, aún así, Messi los llevó hasta la cima las tres veces. Pero como Sísifo, cayeron las tres. Pero algunos niegan esta realidad acordándose de Maradona. Pero sabemos que también reparan -aunque no lo digan- en que él tuvo que apoyarse en los compañeros no sólo para ganar la final del mundial 86, sino que no anotó ni un solo gol en Italia 90, donde cayeron subcampeones. Amén de que nunca ganó una Copa América. Pero poco importa, porque en mentes vacías no queda espacio para la reflexión.

Suerte que la noche se arregló con las declaraciones de Piqué. Retrató a Marta Silva y la disparidad de trato que reciben ante la misma justicia, que además calienta asiento en el palco de concha Espina, madridistas y barcelonistas. Y es que de esta señora no teníamos noticias desde que desapareció del panorama público cuando Football Leaks encontró los, ¡ojo!, 150M€ que la señorita de Madeira tenía ocultos pero de los que ahora ni los mass media ni Hacienda quieren saber más. El mismo madridismo que acude al socorro de un iletrado de épica como Canelita, que es como cuando Trevor Bervick quiso enfrentar a Mike Tyson, algo vergonzosamente descompensado. Ahora, el madridismo random se rasga las vestiduras por unas declaraciones tan obvias como hirientes. Y es que a nadie se le escapa que hay que ser subnormal para querer empañar una remontada de seis goles cuando a ti te regalaron el único que pudiste marcar en una final de Copaeuropa y vas por el mismo camino para ganar tu segunda competición nacional en nueve años. Y es que la verdad, sobre todo cuando te pone ante el espejo, duele.


PD Denunciar estas miserias del madridismo no está mal, lo que está mal es acusar al contrario sin prueba alguna de doparse, y luego esconderse. Como la rata que eres.
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