Acabó la semana
con una clase maestra digna de las mejores universidades del mundo. El gol del
mejor jugador que verá el planeta y la sentencia definitiva a la que fue su
bestia negra el curso pasado derivó en la foto del momento. Neymar Santos,
anteriormente conocido como Fracasinho, propició la estampa de la mejor tripleta
del mundo en un gesto aparentemente espontáneo. A mitad de semana, tristiano recibió su flamante balón de playa tras un gran esfuerzo empresarial y regaló al mundo un grito simiesco para guardar
en el baúl de las vergüenzas. Días después, fracasaría por enésima vez ante el
juego cándido y sincero de los de Simeone. La jugada donde Penaldo le ofreció
el balón a un Isco rodeado de tres rivales para quitarse de en medio sin
ofrecer un simple apoyo habló más de su juego y escaso dominio de los partidos
que cualquier penalty, y hay para elegir. Un malagueño, al que no le faltó ni
llamar a su perro con el nombre del verdadero número uno, desquiciado y
aplaudido por un campo lleno de REUBICADOS ultras que tampoco tienen vergüenza.
Que es lo que pasa cuando se agradecen las impertinencias y las bobadas. El repasito
táctico al que someten los de la ribera del Manzanares es un deleite para los que
sabemos que aquellos otros sinvergüenzas nos volverían a pasar por encima tras dejar un
equipo a cuadros y romper la herencia de un Laporta al que sus incapaces
sucesores atacan días después de aludir al Fair play electoral. La semana
acabará con una jornada de liga más que insulsa donde poco importará lo que
pase tras el verdadero interés semanal: una Copa cuyo prestigio varía según
cambien las opciones de triunfo de un Madrid ahora eliminado en octavos. Y es que es difícil
que nos riamos más que con los dos goles de Torres y las posteriores declaraciones de las víctimas aludiendo al repentino poco interés de esa competición.
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