miércoles, 5 de agosto de 2015

Volvió River, amigos

River entra al campo en la final de Libertadores 1996

Aquel fatídico día que se convirtieron en RiBer para siempre, los que no embalsaron al Atlántico bajando el Rio de la Plata empezaron a contar los días que faltaban para ir a Japón. Purgativo ejercicio para soportar las cuitas y mufas -“Te fuiste a la B por puto y cagón”- que tendrían que aguantar toda la vida. Tras el cagazo contra Belgrano, el incomprensible campeonato argentino se alejó más si cabe del foco que ya había perdido. Aunque al año siguiente los grondonitas de la AFA volvieron a inscribirle en la primera nacional, el daño a River estaba hecho para siempre. Pero el país del insulto y la descalificación lo necesitaba más que nunca, y los Millonarios respondieron con fuerza.

La fulgurante aparición del Huracán de Cappa y Pastore poco más sirvió que para evidenciar las corruptelas de una Federación que entendió el Superclásico como su mejor escaparate. En el primer RiBer-Boca de la historia, los barras del gallinero dejaron claro que no se les iba a aflojar el orto y tras semanas laburando flotaron delante de la tribuna visitante el cerdo volador más grande la historia, -vestido con la camiseta de Boca, claro-. Luego empezaron a pasar diferentes cosas en los barrios como la lucha por el control de la 12 en Palermo, pero mientras Boca se preocupaba de nimiedades tales como a qué lider le daban por el orto entre rejas, en Nuñez River empezó su redención. Para ello no dudaron en traer al entrenador más polémico y exitoso de su historia. El descaro y la provocación de Ramón Diáz -mítica la de la camiseta- calentaron con sarna a unos bosteros que ni se enteraron que River salió campeón. La vuelta de exjugadores como Ponzio y Cavenaghi, sumado al carisma de una estrella como Pedófilo Gutiérrez conectó con un público que seguía queriendo hacer cosas grandes.

Objetivo Japón, River se planteó la Libertadores 2015 como el final del camino. Huelga decir que el ecosistema del fútbol sudamericano dificulta sobremanera la planificación de los planteles tanto por el escaparate europeo, donde las figuras no esperan a madurar para cruzar el charco; como por calendario de la Libertadores, que para un mes antes de semifinales a jugar mundiales o copas América. En cuartos, el último Superclásico vivió la penúltima situación surrealista de este fútbol.

Tras el numerito del dron, El lanzamiento de gas pimienta por el túnel de vestuarios a la salida de River no solo contó historias para aburrir, hizo famoso al Panadero y sacó a Boca de la Copa -los escritorios, según ellos-, sino que le dio a River un eslogan para recordarles toda la vida. Si unos siempre cantaron el “te fuiste a la B...”, los gallinas tendrán en “TIRASTE GAS” su canción preferida. Tras destrozar a Cruzeiro, el periplo argentino en la Copa América, huérfana de jugadores millonarios, permitió a River armarse tras las salidas de Teo y Aimar –que volvió y se fue con la misma presteza- con las incorporaciones de Lucho Gonzalez y Saviola; fichajes más para satisfacer a la grada que al Muñeco Gallardo. Y, tras destrozar a Guaraní en semis, River llegó a la final.

Hoy noche, la lesión de Rodrigo Mora deja a River sin un delantero de garantías para la vuelta de la finalísima. Pero poco importa, esto. En Sudamerica tienen claro que los partidos se ganan con el cuore y, sobre todo, con la gente. Y viendo el recibimiento que la Bombonera hizo a Carlitos Pueblo, miedo da pensar en cómo puede estar el Gallinero la noche en que River volvió para quedarse.

P.D. La clasificación de Tigre a la final le dio al Millo el pasaje directo al mundial de clubes. En una cultura que siempre quiso estar por encima del otro, los equipos argentinos siempre creyeron en este campeonato ante la prepotencia futbolística europea como su cita más importante. No es para menos, vista la locura que se vivió cuando Riquelme le armó aquel quilombo a los que siempre acaban haciendo el tonto.
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